KISS EN MONTERREY LA CRONICA DE UN CON CIERTO QUE NO OLVIDAREMOS

La banda regresó a los escenarios regios y logró que por primera vez el Auditorio Banamex luciera a su máxima capacidad.
Ante una ‘manada’ de gritos ensordecedores, objetos voladores (sí identificados) y un Auditorio Banamex luciendo por primera vez a su máxima capacidad, el día de ayer KISS reapareció en los escenarios regiomontanos, provocando una sobredosis de energía, pasión y entrega total.
Originalmente la cita estaba pactada para las 20:30, sin embargo, no fue sino hasta 70 minutos después que el recinto quedó a oscuras y en la pantalla central del escenario un video que mostraba a Monterrey desde las alturas comenzó a ser transmitido. Entre edificios y avenidas colmadas de vehículos, los zapatos de un Gene Simmons en tamaño gigante dijeron presente y, tras él, el resto de la agrupación fue apareciendo.
La ficción cobró vida y en un par de minutos aquellos gigantes de la música aparecieron sobre una tarima que se elevó por los aires y que los colocó al pie del escenario, justo frente a los miles que alzaban sus manos y pedían a gritos que la música siguiera sonando.
“Modern Day Delilah” fue el primer tema de la noche.
“¿Cómo están?, mucho gusto”, dijo Paul Stanley. “No hablo bien español, pero comprendo sus sentimientos”, agregó el rockero antes de que los acordes de “Cold gin” comenzaran a cimbrar en cada rincón del lugar.
Mientras Simmons y compañía hacían de las suyas sobre el escenario, el rostro de los miles de asistentes era proyectado en las tres pantallas instaladas en el auditorio, lo cual elevó aún más la temperatura entre aquellos que lograron identificarse y presumir su mejor sonrisa.
“Monterrey, ¿la están pasando bien?, muéstrenme que ustedes son los numero uno”, gritaban integrantes, segundos antes de que Paul Stanley ondeara una bandera mexicana.
Además de brincos, aplausos y caras pintadas al estilo KISS, la agrupación regaló momentos calientes al llenar el recién inaugurado Auditorio Banamex de fuego con el tema “Firehouse”. “Esta canción los pondrá al mil”, dijo el propio Stanley.
“Este es un tema que hace mucho tiempo no tocamos. Hoy lo vamos a hacer porque además de ser una noche de rock and roll, ésta también es una noche loca”, exclamo la banda para dar paso a “Crazy night”.
Los minutos transcurrían y las emociones no paraban, pues aparte de ser testigos de una producción que durante cada minuto sorprendía, el menú de temas clásicos no dejaba de sonar.
“A la gente de atrás los estoy viendo, los estoy escuchando. Hagan ruido”, pidió Stanley. “Déjenme ver sus manos. Wow, me gusta”, agregó Simmons.
El turno para que Eric Singer y Tommy Thayer se lucieran llegó justo después de “Shock me”, pues ambos aprovecharon el breve intermedio para hacer gala de su talento; uno en la batería y el otro en la guitarra, respectivamente.
Tras poco más de 120 minutos, el beso explosivo de KISS tuvo que llegar a su fin y junto con él, la prueba viviente de que no existe nadie como ellos.